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NACIONALES

9 de julio de 2016

Las curiosidades que no sabías del Bicentenario argentino

¿Cuánto tardaron en llegar hasta Tucumán? ¿Qué comían los firmantes de la declaración de Independencia? ¿Cuánto cobraba cada uno de los congresales? Entrá y enterate estas y otras cosas jamás contadas.

* Hace 200 años la comida ya tenía sabor a independencia

Las propuestas gastronómicas imperantes doscientos años atrás hacían culto a la simpleza pero esa condición no implicaba la perdida de sabor y ni de variantes en las mesas donde la sociedad tucumana de entonces y los diputados que declararon la independencia, reponían fuerzas y se daban un tiempo al disfrute. En la alimentación en los tiempos del Bicentenario de la Independencia la carne ocupaba un lugar importante fuera asada, hervida o el popular charqui, un remanente heredado de la cultura incaica.

El charque, como también se lo conoce, eran tiras de carne cubiertas con sal que se disecaban al sol y que permitía, por los beneficios de la conservación, ser la fuente alimenticia básica de las tropas que peleaban para librarse del yugo español.

Los guisos, sobre todo los ensopados, también pisaban fuerte en las mesas de aquel entonces, donde empezaba a filtrarse como una novedad procedente de los mercados orientales el arroz el cual, sin embargo, no caló rápidamente en el gusto autóctono.

La mazamorra, con granos de maíz machacados para ser hervidos, era uno de los platos predilectos al igual que el locro, acorde a la versión que ha trascendido la barrera del tiempo hasta nuestros. Esta propuesta gastronómica tenía otra variante, el huaschalocro que prescindía de todo tipo de carne y era líquido.

Entre los manjares de la época la humita, tanto en hojas de chala como en cazuela hecha con choclo rallado, tomates pelados, ají, cebolla cocidos con carne, manteca y grasa, que era por entonces la sustituta del aceite.

En el mismo plano competían los tamales, parecidos a la humita pero que se consumían siempre envueltos en chala, con una mezcla en su interior que incluía picadillo de carne y queso de cabra.

La chanfaina también tenía adeptos a raudales que se deleitaban con esa suerte de guisado de entrañas de cordero, cebolla frita, miga de pan remojada en leche o se cortan en pedacitos y caldo.e fríen junto con cebolla picada, se añade miga de pan remojada en leche y caldo.

* A la hora de los postres

A la hora de los dulces las yemitas, los alfeñiques, los huevos quimbos y la ambrosía, una delicia creada a base de yemas de huevo.

Las mermeladas de naranja acompañaban desayunos y meriendas en los que el mate, el café y el chocolate endulzadas con miel y como no podía ser de otra manera, caña de azúcar.

* Prendas tan útiles para la dama como para el caballero
 

Más allá de la cocina, otro rasgo cultural de la época era la vestimenta, que en el caso de las mujeres implicaba el uso de polleras, camisas y vestidos confeccionados con telas procedentes de Europa. Las capas y capotes estaban a la orden del día al igual que los encajes de Flandes, las telas de gasas, tafetán, brocado, sarasa, algodón y brocado.

Los hombres vestían pantalones ajustados, calzas, chalecos de seda, levitas y fracs con algunos toques de originalidad como, por ejemplo, zapatos con hebillas de oro, medias de seda y sombrero de pelo.

* Buenos Aires tuvo mayoría

Tucumán fue un lugar geográficamente equidistante para los 29 diputados de las Provincias Unidas del Sur que sesionaron en el histórico congreso. Para ese cónclave, la provincia que más representantes envió fue Buenos Aires, que ubicó a siete diputados, seguida por Córdoba y Charcas (situada en lo que es Bolivia), con tres cada una. Mendoza, San Juan, Tucumán, Salta, Santiago del Estero y Mendoza, enviaron dos representantes, mientras que La Rioja, Jujuy, Chibchas y Mizque, estas dos también situadas en lo que era el Alto Perú, uno por cada provincia.

* Carretas y galeras para un viaje agotador

La carreta y la galera fueron los medios de transporte que utilizaron los diputados para cubrir la distancia que los separaba de sus provincias de Tucumán. El segundo, si bien era más rápido y relativamente cómodo, era más caro. El viaje, lento y complicado, transcurría por polvorientos caminos donde con lluvia resultaba imposible trasladarse sobre el lodazal. Las postas eran por entonces auténticos oasis donde los viajeros podían acceder para descansar, comer bien e higienizarse.

* El grito sagrado se dio en una casa alquilada:

La casa histórica de Tucumán tenía por aquellos días previos a la declaración de la independencia un uso singular: distintos sectores del inmueble eran alquilados por su propietaria, doña Francisca Bazán. Por ejemplo, el frente de la casa era habitualmente rentado para instalar diversos comercios que explotaron distintos rubros. El gobierno tucumano también reportó al perfil lucrativo de la dueña, casada con el comerciante español Miguel Laguna, y alquiló del interior de la finca una sala donde el 9 de julio de 1816 fue declarada la independencia.

* Dietas exiguas para una gran responsabilidad

La dieta de los congresales de Tucumán era una suma básica que le permitía mantenerse mientras avanzaban en el propósito de declarar la independencia. Registros de la época precisan que cada congresal percibía por mes cien pesos, que les alcanzaba para pagar sus gastos diarios que en algunos casos incluía el alojamiento. Buena parte de los diputados se alojaban en la misma casa de Francisca Bazán, es decir que para trasladarse de sus habitaciones a la sala de sesiones sólo debían cruzar el patio del inmueble.

* El litoral y la banda oriental no asistieron

La declaración de la Independencia en Tucumán no reunió a la totalidad de las provincias que integraban el que en su momento fue el Virreinato del Río de Plata: Corrientes, Entre Ríos, Misiones, Santa fe y la Banda Oriental pegaron el faltazo a las sesiones. Las cuatro provincias integraban la Liga Federal que por ese entonces estaban en guerra con el Directorio de Buenos Aires. El detalle curioso es que Córdoba, que también formaba parte de ese frente, mandó a Eduardo Pérez Bulnes, Juan Antonio Cabrera y Jerónimo Salguero al Congreso de 1816.

* La Novia de la Patria
 

El historiador Daniel Balmaceda ilustra sobre la "movida" que se generó para festejar el acontecimiento que se plasmó al día siguiente de la declaración con un gran baile en la casa de la familia Bazán-Laguna.

En la celebración una nenita de 9 años, Lucía Aráoz, fue coronada como la reina de la noche y a partir de allí, como consigna el historiador, cobró notoriedad de por vida como La Novia de la Patria.

Cuando días después la noticia llegó a Mendoza, donde se encontraba el General San Martín,  la fiesta popular no tardó en instalarse y aunque parezca mentira, a pesar de que se había declarado la independencia de la corona española, unos de los festejos fue una corrida de toros.

El espectáculo taurino tuvo lugar en el gran corral en las afueras de Mendoza, destacó Balmaceda que aportó que varios granaderos y miembros de la oficialidad oficiaron de toreos, entre ellos Juan Lavalle y el coronel Isidoro Suárez, en su caso, influenciados por el tiempo que residieron en España.

* En escena, curas y abogados

A propósito de los congresales de Tucumán, la mayoría de los diputados que asistieron al trascendental congreso eran sacerdotes y hombres formados en leyes.

La razón de estas dos vías dominantes en cuanto a la actividad de los legisladores es que ser clérigo o estudiar abogacía era el destino predeterminado que tenía todo descendiente de familia pudiente.

Sin duda los casos más singulares fueron los de Fray Cayetano Rodríguez, que era cura, poeta y periodista, Antonio Sáenz y José Eusebio Colombres, que eran clérigos y abogados, Pedro Ignacio de Rivera, coronel y doctor en Derecho Civil.

* De Hawaii llegó el primer reconocimiento

El primer reconocimiento internacional de la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata fue el rey de Hawaii Kamehameha en 1818, cuando el monarca de ese archipiélago del Pacífico rubricó un tratado de comercio, paz y amistad con el corsario Hipólito Bouchard.

Kamehameha era un rey progresista interesado en abrirse al mundo que se convirtió en el primer mandatario que reconoció la independencia de las Provincias Unidas, aun antes que Brasil, Portugal, Estados Unidos y Gran Bretaña que lo hicieron años después.

* Laprida, el diputado que tuvo el peor final

El presidente del congreso que declaró la independencia, Francisco José de Laprida, desplegó después de ser protagonista de ese hecho histórico una intensa vida política que lo enfrentó, en un contexto violento, a infinidad de peligros y un final atroz.

De vuelta a San Juan en 1818 y después de ocupar en forma interina la gobernación provincial durante tres meses, Laprida le volvió a entregar el cargo a su antecesor, Ignacio De la Roza.

Las luchas intestinas de aquellos tiempos lo ubicaron del lado de los unitarios y después de haber representado al gobierno de San Juan en Chile, Laprida tomó activa participación en la acción directa, sobre todo después del fusilamiento de Manuel Dorrego.

En ese contexto, se alistó en el batallón unitario El Orden, como cabo primero, donde fue compañero de armas de un adolescente Domingo Faustino Sarmiento.

La derrota en la batalla del Pilar el 22 de setiembre de 1829 lo pusieron en una situación complicada y cuando intentaba huir fue detenido por una partida federal.

Existen tres versiones del final de Laprida. Una dice que fue apuñalado ni bien lo encontraron, otra que sufrió el calvario de ser enterrado hasta el cuello para morir pisoteado por un tropel de caballo y la tercera que virtualmente sepultado en vida en un oscuro calabozo del Cabildo de Mendoza.

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