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NACIONALES

20 de diciembre de 2018

Cinco enseñanzas urgentes para no repetir el 2001



Por Julián Zícari



Hoy se cumple un nuevo aniversario de la renuncia de Fernando De la Rúa a la presidencia del país. Excusa que nos permite repasar qué fue exactamente lo que salió mal en aquellos tiempos y por qué explotó semejante crisis. De este modo, tras entender mitos y verdades sobre la crisis del 2001, se podrá evaluar mejor la acción del Gobierno de Mauricio Macri, señalando parecidos y diferencias de la política económica implementada.

Enseñanza 1: obsesión fiscal y endeudamiento. El gobierno de la Alianza realizó el mismo diagnóstico que Macri ahora: suponer que el principal problema del país es el déficit fiscal. Por eso creen que corrigiéndolo, todo se enmendará.

Si bien el 2001 suele ser figurado como culpa de la “irresponsabilidad fiscal”, según vemos en el gráfico, el nivel de “gastos corrientes” del Gobierno no sube sino que es estable con respecto a los años anteriores y tiende a caer. Es más, el país tenía superávit fiscal primario en aquellos años. Algo que hoy no ocurre: paradójicamente en el 2001 estábamos mejor que ahora en términos fiscales.

El único déficit estatal era el financiero, el cual se debía al creciente peso de los intereses de la deuda externa sobre las finanzas públicas que no paró de crecer durante todos esos años: representaba el 7% de los ingresos del gobierno en 1993 pero más del 20% en 2001. Es decir, casi se triplicó, tal como le está pasando al macrismo hoy: si al asumir en 2015 se gastaba sólo 5% del presupuesto en pagar la deuda, el año próximo se usará más del 15%. Entonces, el verdadero “gasto” que ahoga la economía y que verdaderamente crece es el referido al de la deuda. Por ello la lección es clara: el sobreendeudamiento fue mortal en 2001 tal como lo está siendo ahora.

Enseñanza 2: los ajustes no resuelven el problema. Los tres ministros de Economía que tuvo la Alianza (Machinea, López Murphy y Cavallo) pensaron -con distintas estrategias- que tras ajustar una y otra vez la economía mostrarían “responsabilidad” con el mercado y que todo se arreglaría con ello.

Sin embargo, la realidad fue muy otra: los recurrentes ajustes hacían caer cada vez más la economía, estableciendo una recesión todavía más pesada que hundía la actividad, lo que hacía bajar el nivel de recaudación, volviendo “necesarios” nuevos ajustes. Esta secuencia de ajustes/recesión/nuevos ajustes no solucionó ningún problema, sino que el país estuvo cada vez peor: se desplomó la actividad, el riesgo no paró de aumentar, subió el desempleo y la pobreza, cayó el consumo, los salarios y todo fue una pesadilla cada vez peor. Por más que aplicaran la “ley de déficit cero” que le bajó un 13% las jubilaciones y salarios, el país igualmente explotó. Una secuencia similar a la que el macrismo se empeña en repetir.

En efecto, el mes pasado la recaudación “subió” un 33% cuando la inflación acumulada fue del 48% (es decir, cayó casi un 15% en términos reales), las jubilaciones perdieron 20% de su poder adquisitivo y el promedio salarial cerca del 17% (algo todavía peor al 2001), cuando la economía sigue cayendo y los ajustes que aplica Macri lejos de mejorar la situación, la vuelven cada vez peor: el riesgo país, el dólar y la pobreza no han parado de subir durante todo el año. Es claro pues que el camino del ajuste no es la solución.

Enseñanza 3: el FMI es parte del problema. La Alianza, del mismo modo en que lo hace Macri ahora, una vez que se le cerraron los mercados para tomar deuda, recurrió al FMI como prestamista de última instancia, creyendo que así mostraría “solidez” al mercado.

Empero, los blindajes financieros que tomaron tanto De la Rúa como Macri no lograron eso, sino todo lo contrario: el riesgo país no paró de crecer, los ataques especulativos fueron cada vez más intensos y el gobierno quedó preso de las recetas del Fondo sin tener solución alguna. Dado que los salvatajes y desembolsos del FMI no evitaron ni la crisis, ni los shocks devaluatorios ni el deterioro económico. El país así quedó cada vez más endeudado y el dinero otorgado sólo sirvió para financiar la fuga de capitales, dejando al gobierno más vulnerable pero con menos reservas. Por lo tanto, creer como hizo la Alianza y ahora Cambiemos que los respaldos del FMI es la solución es no ver que, más bien, es parte del problema: sus recetas solo empeoran las cosas.

Enseñanza 4: Proteger la economía real. El camino de la Alianza como el del macrismo ha sido únicamente priorizar al sector financiero de la economía: a las ganancias bursátiles, la especulación, el endeudamiento estatal y todas las señales de la conducción económica se dirigieron a garantizar la alta rentabilidad del sector. Con ello, se descuida totalmente la a la economía real.

Ni Macri ni De la Rúa ponen el énfasis de su gestión en la industria, la mejora del consumo, el mercado interno, las políticas expansivas ni en el bienestar salarial. Sino al contrario: han promovido la apertura económica, las altas tasas de interés, la flexibilización laboral y la épica del ajuste como camino. Con las lógicas de ambos gobiernos, es más rentable especular en finanzas que invertir en la industria, pareciendo más importante que no suba el riesgo país que el desempleo o la pobreza. Con todo, el deterioro que sufren sectores cada vez más bastos de la población han demostrado no solo ser un elemento muy preocupante en términos sociales, sino central en términos políticos: el apoyo en las encuestas se ha desmoronado tanto como lo ha hecho la economía real. Por eso no debe ser descuidada para garantizar la supervivencia política de ambas coaliciones.

Enseñanza 5: cuidar las reservas. Los modelos económicos tanto de Macri como De la Rúa tienen a las reservas del Banco Central como su variable central: son las que deben garantizar la sostenibilidad económica.

Sin embargo, tanto la Alianza como Cambiemos han descuidado lo sucedido con las reservas y no las han protegido adecuadamente. Suponen que mostrando su plena libre disponibilidad el país se volvería más seguro para los mercados, dado que existiría un reaseguro para quienes quisieran irse del país.

El problema es que las reservas solo pudieron sostenerse vía políticas de endeudamiento o con los desembolsos del FMI, sin lograr crecer de manera genuina. Donde, la liberalización total de la cuenta financiera ha expuesto al país a situaciones cada vez más precarias: si este año el macrismo recibió hasta ahora u$s 30 mil millones de dólares vía FMI o deuda, ya ha perdido todo ese dinero y todavía más, y aun así los niveles de precariedad financiera no han parado de crecer. Es decir, hoy el riesgo país ya está en los niveles máximos en lo que estaba durante las corridas, el Gobierno (dadas las restricciones que se autoimpuso por sus arreglos con el Fondo) está más débil frente a nuevos ataques especulativos, corridas pero con una inflación más alta que antes. Por ello, la libre disponibilidad de reservas no permitió ganar confianza de los mercados, sino que sólo les pavimentó las rutas para la fuga de capitales, acercando al país al precipicio.

En suma, se suele decir que los pueblos que no aprenden su pasado están condenados a repetirlo. Tal vez entonces si tomáramos nota de algunas de las enseñanzas de la historia, podríamos evitar los colapsos recurrentes y no quedar siempre atrapados en los ciclos del “eterno retorno”.

* Economista. Doctor en Ciencias Sociales. Autor del libro Camino al colapso. Cómo llegamos los argentinos al 2001.  PUBLICADO EN AMBITO.COM

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