La estrategia, que según The New York Times, está siendo supervisada por los consejeros del presidente, Jared Kushner (marido de la hija mayor del líder estadounidense, Ivanka Trump) y Steve Bannon, uno de los principales estrategas del magnate en la Casa Blanca, tiene como objetivo involucrar en el conflicto a empresas militares mercenarias para combatir a los yihadistas afganos.

Los asesores nombraron a dos conocidos mercenarios y empresarios para crear el plan en cuestión, cuya finalidad es propiciar que corporaciones militares privadas se encarguen de la contribución de Estados Unidos en Afganistán, que en estos momentos ronda los 9.000 hombres entre tropas regulares y de las fuerzas especiales, el entrenamiento de las fuerzas de seguridad afganas y la comandancia de las operaciones bélicas.

El primero es Erik Prince, fundador de la empresa Blackwater, la cual en su momento fue expulsada de Afganistán por el ex presidente afgano, Hamid Karzai, y que se hizo tristemente famosa por haber luchado junto al ejército norteamericano durante el conflicto en Irak, donde fueron acusados, en numerosas ocasiones, de asesinar a civiles desarmados y cometer crímenes de guerra.

El segundo es el propietario de DynCorp International, Stephen Feinberg, una de las empresas de seguridad privada más importantes del mundo. De esta manera, Prince y Feinberg crearon un plan "más barato y mejor que el del ejército", según fuentes próximas a los dos empresarios citadas por The New York Times, en el que los "contratistas", un eufemismo para hablar de mercenarios, llegarían a Afganistán para combatir a los talibán y al Estado Islámico. Un plan que, según el rotativo estadounidense, "ya ha sido presentado a los mandos del Pentágono".

De hecho, fue el propio Feinberg quien el pasado sábado presentó el plan al Secretario de Defensa estadounidense, Jim Mattis. Pero éste sólo "lo escuchó por educación y respeto", dejando muy claro que no permitirá injerencias del sector militar privado en el conflicto para el que está preparando un nuevo plan de acción junto al Consejero de Seguridad nacional, H.R. McMaster.

Una estrategia que todavía no se ha hecho pública, pero que se espera contenga un aumento de las tropas de combate de Washington "para sacar al conflicto del punto muerto en el que se encuentra y derrotar a los terroristas", según Mattis.

Vieja historia
Ésta no es la primera vez que Estados Unidos considera utilizar la fuerza del sector militar privado. Y, en el caso de que el presidente Trump diera su visto bueno, tampoco sería la primera vez que Washington utiliza a mercenarios en zonas de combate.

Pero, teniendo en cuenta los resultados negativos que esta estrategia provocó en Laos durante la guerra de Vietnam, o en Irak, donde tanto Blackwater como DynCorp florecieron con contratos por valor de miles de millones de dólares, es poco probable que el magnate dé el visto bueno para privatizar el conflicto en Afganistán.