INTERES GENERAL
30 de marzo de 2015
Entre el 30 y 50% de los chicos de 5 a 13 años padecen pediculosis
Un equipo del CONICET recolecta insectos vivos de escuelas primarias desde 1995, para analizarlos. Concluyeron que el exceso de tratamientos con pediculicidas neurotóxicos los fortaleció. El rol de los "dispersores de piojos" en el aula.
Volvieron las clases, y con ellas, los Pediculushumanuscapitis. O como se los conoce popularmente, los piojos de la cabeza. Esos parásitos hematófogos y cosmopolitas que no vuelan ni saltan, sólo caminan; esos con patas en forma de pinzas que nunca abandonan la cabeza, salvo para pasar a otra cabeza más tentadora; esos que existen desde los comienzos de la humanidad pero que en la Argentina ya son una epidemia.
Después de décadas de avance sostenido hasta convertirse en plaga, la población de piojos no desciende. Entre el 30 y 50% de los chicos de 5 a 13 años los padecen, y cada vez son más resistentes a los pediculicidas clásicos. Las nenas presentan mayores niveles de infestación: aproximadamente el 12% de ellas y el 11,5% de los varones tienen más de diez piojos en la cabeza. Así lo comprobó un equipo de investigadores del Centro de Investigaciones de Plagas e Insecticidas (CIPEIN-CONICET), creado en 1995, y que recorre todos los años escuelas primarias del Gran Buenos Aires y Capital Federal recolectando piojos vivos de los niños de 1º a 7º grado, analizados luego en el laboratorio. Hay establecimientos que llegaron a reportar un 70% de prevalencia. "En otros países como Francia, Reino Unido, Dinamarca, Alemania y República Checa, los valores de infestación varían entre un 2 y un 15%", expone el biólogo Ariel Toloza, investigador adjunto del CONICET e integrante del CIPEIN. No hay diferencia por edades ni entre escuelas privadas o públicas; la cuestión parece depender más de la política que encare cada colegio. "Por ejemplo, fuimos a una escuela del barrio de Belgrano que tenía controles periódicos, informaban del tema, lo encaraban en talleres, enviaban notas a los padres, pero cambió la directora, que desistió de esa política, y cuando retornamos al año siguiente los piojos habían aumentado", cuenta Toloza.
Lo recomendable es primero emplear el peine fino. Sólo en caso de encontrar más de diez piojos, entonces sí apelar a los pediculicidas. El equipo desarrolla una novedosa investigación: analizan piojos de chicos de todo el país, de norte a sur. Y encontraron una enorme resistencia molecular de estos insectos a los productos clásicos que contienen permetrina, deltametrina o d-fenotrina, empleados sostenidamente durante las últimas décadas, que atacan de forma neurotóxica el sistema nervioso del parásito. En otros países, "son menos resistentes", informa el investigador. ¿La razón? En la Argentina, el uso reiterativo y excesivo de esos productos cuando no era necesario, consecuencia de la falta de información de los padres, generó que los pocos piojos que iban sobreviviendo se fortificaran y las mutaciones genéticas se fueron heredando. Así, los piojos de Bahía Blanca ya tienen un 78% de resistencia; los de Buenos Aires, un 87%; Cutral-Có, 95%; Bariloche, 97%; y Tucumán, un 100%, o sea, necesitan usar 100 veces más cantidad del producto para generar el mismo efecto inicial deseado.
Tomando esto como parámetro, el equipo del CONICET trabaja junto con un laboratorio nacional (ELEA) en la elaboración de productos con nanopartículas y siliconados que poseen un modo de acción físico: envuelven al piojo, paralizándolo hasta la deshidratación o la asfixia. Y son más seguros para los humanos. Otra alternativa son los aceites esenciales formados por plantas aromáticas como lavanda, menta y eucalipto. La doctora Claudia Vassena, integrante del CIPEIN y docente en la Maestría de Control de Plagas y su Impacto Ambiental de la Universidad Nacional de San Martín, pide no usar kerosene, ni Raid ni pipetas para animales domésticos, sólo piojicidas autorizados por ANMAT: "Hace dos años se vendió desde Mercado Libre un 'pediculicida mágico' como algo muy natural y resultó tener fipronil, un insecticida que no está aceptado para humanos, sólo para perros en las pipetas."
Los piojos miden entre 2 y 5 milímetros, y son transparentes hasta que una vez alimentados adquieren un color pardo. Cuando se caen, tienen como máximo 24 horas de supervivencia (sólo ocho en el agua); y si pasado ese lapso el piojo no encuentra otra cabeza humana, muere. Usualmente viven unos 30 días, y la hembra puede poner en un cuero cabelludo hasta 300 liendres, de las cuales un 80% se desarrollan.
Junto a físicos del Instituto Balseiro, el grupo de investigación elaboró un modelado matemático para percibir cómo evolucionan las poblaciones de piojos en una cabeza a partir de un número inicial, y de esta manera encarar un mejor control. En 2008 arribaron, como todos los años, a una escuela de Vicente López donde un chico de 14 años tenía 1500 piojos en la cabeza, y no era de los que más sufría –excepto casos de fiebre, ganglios inflamados o alergia, las heridas se producen por rascarse la zona picada, y los piojos no generan anemia ni caída de cabello–: era un caso de los llamados "dispersores de piojos".
En un curso de 30 chicos, siempre hay dos o tres piojosos. "Pueden tener desde 20 hasta 200 piojos, el resto de los chicos tiene menos. Y ves que cuando les hacen controles a ellos, automáticamente baja la cantidad de piojos en los compañeros", asegura Toloza. Pero hasta hoy nadie pudo dilucidar por qué sucede esto; qué olor, sustancia o clave química genera que los piojos se sientan atraídos por esas cabezas, y no por otras. Incluso tuvieron el caso de mellizos que dormían en la misma habitación, iban al mismo grado. Uno solía tener piojos y el otro no.
Consejos útiles y mitos a desterrar
No hay necesidad de tratar a todos los integrantes de la familia, salvo que tengan piojos.
Evitar remedios caseros o no recomendados, como el uso de pipetas para animales domésticos, aerosoles para insectos o el vinagre.
Durante el tratamiento, no cubrir el cabello del niño con una toalla. Está comprobado que absorbe la loción y le resta eficacia.
Se aconseja lavar la ropa de cama, toallas y lo usado recientemente con agua caliente o con jabón en el lavarropas.
Pasar la aspiradora por las alfombras, las almohadas, los colchones y los asientos del automóvil.
Los artículos que no se pueden lavar se pueden poner en bolsas plásticas selladas herméticamente por dos semanas, hasta que mueran los piojos que hubieran sobrevivido.
Como los piojos y sus huevos se mueren si se congelan, algunos objetos se pueden poner en el congelador por una noche.