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OPINION

28 de diciembre de 2022

Una mirada histórica de un problema global. Raúl Zaffaroni explicó el rol de la Corte Suprema en el "desbaratamiento de las Repúblicas"

El exjuez de la Corte Suprema explicó en AM750 cómo un máximo tribunal corrupto, que no funciona como garante de la ley, termina promoviendo la ruptura de las democracias y las políticas conservadoras y antipopulares.

El exjuez de la Corte Suprema de Justicia, Eugenio Raúl Zaffaroni, reflexionó sobre el rol de los máximos tribunales, ya no sólo de la Argentina, sino de otros países, para desbaratar las democracias. En su columna de La García, por AM750, afirmó que cuando quienes deben garantizar el cumplimiento de las leyes se encargan de violarlas, desaparece el Estado de Derecho. 

El derecho no es un montón de leyes legalmente sancionadas. Para que eso sea derecho, además de la vigencia, requiere eficacia. Es decir, un mínimo de acatamiento en la realidad social.

Pero cuando quienes deben garantizar esa observancia, en lugar de eso y porque se les da la gana, se dedican a violar las leyes de los papeles escritos, el derecho desaparece y entramos en el caos del no derecho.

Si no existe el derecho, si entramos en el terreno desértico de lo no jurídico, lo jurídico no puede dar ninguna respuesta a ese caos. Esto es lo que nos pasa a los argentinos. Pero no quiero insistir en lo que todos sabemos.

 

El Síndrome 1933

Hay un libro que el Papa Francisco le recomendó al presidente de España escrito por Siegmund Ginzberg. Se llama Síndrome 1933. Se refiere a la situación emocional y anímica de Alemania el año en que Hitler asumió el poder.

Habla del desconcierto, la anomia de los alemanes, los medios de comunicación confusos, el descrédito de los políticos confusos. A ese estado que describe muy bien, no puedo dejarnos de hacer ver que contribuyó el Poder Judicial de la propia república.

No deliro. No comparo la situación Argentina con esa. Ni tampoco acá vendrá ningún Hitler. Aquí en Argentina pueden venir dictaduras asesinas, horripilantes, monstruosas, pero nazi fascismo nunca. Porque el fascismo es siempre imperial, expansionista, y nosotros nunca podemos ser imperio.

Los garantes de la Constitución

Lo que se puede reproducir y se reproduce son las técnicas de desbaratamiento de las repúblicas. La República de Weimar tenía una Constitución de carácter social. Era la segunda constitución social del mundo. La primera fue la de México.

Pero, ¿quiénes eran los jueces que debían dar eficacia a esa Constitución? Cuando en 1918 acabó el imperio, se proclamó la república, y esta dejó a los mismos jueces de la corporación burocrática vertical a la que solo podían acceder quienes tenían una familia capaz de mantenerlos hasta los casi 30 años.

La república funcionó con los jueces del Imperio Guillermino que nunca la miraron con simpatía. El Tribunal Supremo en los años 20 se declaró competente para declarar la inconstitucionalidad de leyes.

De esa manera, casualmente, las leyes que declaró inconstitucionales fueron las leyes laborales del parlamento republicano. Miró con indiferencia los crímenes cometidos por el nazismo. Les garantizó impunidad.

En 1932 el Gobierno federal intervino a la provincia de Prusia, gobernada por los socialdemócratas. Alegó que no podían garantizar la seguridad. No tenían poderes para hacerlos según la Constitución, pero lo hicieron y acabó con el último reducto de resistencia al nazismo.

Y la Constitución fue un papel escrito, a punto tal de que el régimen nazi ni siquiera se tomó el trabajo de derogarla. Permaneció como papel escrito durante todo el régimen nazi.

El caso de Estados Unidos

Pero si quieren cuento otra historia, inversa. Cuando Roosevelt llegó al Gobierno en Estados Unidos y puso en funcionamiento un programa económico keynesiano, su Suprema Corte, manejada por republicano, le declaró inconstitucionales todas las leyes económicas.

A punto que quiso aumentar el número de jueces de la Corte y no lo consiguió. Pero algún oportuno cáncer de un juez que tuvo la sagacidad de darse vuelta para evitar un conflicto de poderes le resolvieron el problema.

No somos ni la Alemania pre-nazi ni Estados Unidos de Roosevelt, pero estas historias nos muestran la enorme capacidad de daño que puede hacerle a una república un Poder Judicial que provoque el vacío de derecho, dejando una Constitución reducida a un papel con letras.   Por Eugenio Raúl Zaffaroni

 

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