“El día en que Estados Unidos se atreva a molestar a nuestra nación con armas nucleares y sanciones, su territorio continental será catapultado a un mar de fuego inimaginable”, publicó ayer el diario oficialista Rodong Sinmun, reproduciendo los ideales del gobierno.

“La capacidad de emprender una potente guerra disuasoria es una elección estratégica de defensa para nuestro pueblo, que ya atravesó un conflicto bélico horrendo”, agregó.

Las advertencias a Estados Unidos ya se volvieron habituales ante cada declaración de la ONU o cada declaración hostil de la Casa Blanca. Por eso, no es de extrañar que la gestión de Kim asegure que “el empeño de la banda de Trump por continuar en este atolladero sólo tendrá como consecuencia motivar más” al “ejército y dar más razones a la República Popular Democrática de Corea para poseer armas nucleares”.

Las sanciones

El editorial que reprodujo el enojo del gobierno norcoreano llegó luego de que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara por unanimidad el establecimiento de nuevas sanciones económicas contra Corea del Norte.

En líneas generales, la medida impide a Pionyang exportar carbón, hierro, mineral de hierro, plomo, pescado y mariscos, entre otros bienes, lo que podría derivar en una caída de los ingresos de unos 1.000 millones de dólares. Sin embargo, la efectividad de este punto del bloqueo depende casi en exclusiva de lo que decida hacer China -que no se opuso al castigo-, con la que Corea realiza 90 por ciento de sus intercambios comerciales.

Además, se impide a los países aumentar el número actual de trabajadores norcoreanos en el extranjero, así como la creación de emprendimientos conjuntos con Pionyang y nuevas inversiones en empresas conjuntas ya existentes.

La resolución de las Naciones Unidas fue impulsada y aprobada después de que Corea del Norte realizara, el 3 y 27 de julio pasados, los primeros lanzamientos exitosos de misiles balísticos intercontinentales capaces de llegar hasta Estados Unidos.