La ilusión de continuar en la pelea por el campeonato no coincidió con la cantidad de espectadores que arribaron al Libertadores de América para observar el duelo que protagonizaron Independiente y Gimnasia.

Con un Daniel Montenegro como principal organizador del juego, el "Rojo" salió a presionar al "Lobo" con pelotazos a las espaldas de Osvaldo Barsottini y Oliver Benítez. La precisión de Federico Mancuello y la velocidad de Claudio Riaño conformaron la fórmula más dañina para la defensa platense.

Un disparo desviado del "Rolfi" generó los primeros suspiros del "Diablo", aunque las desatenciones de su última línea también asustaron a los de Avellaneda. Una mala salida de Diego Rodríguez pudo significar la caída local, pero la lenta reacción de Pablo Vegetti atentó contra los deseos "triperos" y la pelota se diluyó por la línea de meta.

Otra de las herramientas que empleó el dueño de casa fueron las constantes proyecciones de sus laterales. Los centros de Lucas Villalba y las incursiones de Alexis Zárate pusieron en jaque a Fernando Monetti, incluso el de General Deheza estrelló un remate en el travesaño que pudo derivar en el grito esperanzador de la victoria.

En el complemento los de Jorge Almirón tuvieron una actitud más agresiva. Por medio de los innumerables balones detenidos que tuvo a su favor, Independiente se acercó a la red. Las ejecuciones de Mancuello hicieron lucir al "Mono" con un despliegue notable. Aplicando la misma fórmula el "Lobo" también mostró los dientes. El cabezazo de Omar Pouso a la salida de un córner obligó al "Ruso" a volar hasta su palo derecho para desactivar el riesgo. Una maniobra similar a la que hizo para taparle un mano a mano a Maximiliano Meza. Sin dudas, el pleito estaba para cualquiera.

De a poco los de Pedro Troglio fueron ganando confianza y la extraordinaria combinación entre Lucas Licht y Álvaro Fernández fue un claro ejemplo de ello. La perfecta construcción de la pared le permitió al ex Racing anotar el 1 a 0 y enmudecer a la "Garganta del Diablo". Además, las oportunidades desperdiciadas de Javier Mendoza estuvieron cerca de liquidar las esperanzas locales.

No conforme con lo sucedido, el entrenador reemplazó a Zárate por Matías Pisano, para que el ex Chacarita aporte algo distinto en los últimos metros. Sus intentos de larga distancia fueron los mejores argumentos para llegar al empate.

Sin embargo, el gol nunca llegó y la derrota dejó un sabor a despedida. La única manera de seguir con el sueño del campeonato será si River cae en el José Amalfitani frente a Vélez. Sin dudas, Avellaneda y Liniers estarán unidos bajo las fuerzas del "Fortín".