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JUDICIALES

28 de abril de 2019

“Yo entrené a Fariña para que declare”

Habla la experta que, por encargo del Gobierno, le enseñó al financista cómo parecer un empresario de Santa Cruz para acusar a Cristina Fernández de Kirchner y a un grupo de sus funcionarios.
Por Raúl Kollmann

“Sí, yo entrené a Leonardo Fariña para que declare sobre la obra pública. El no tenía la menor idea sobre obra pública. Parecía un chiste. Después, en la declaración y hasta en la televisión, usaba mis palabras. Yo me reía sola. El que me contrató fue un hombre que se sabía era de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), el doctor Raúl Copes, un hombre originario del radicalismo que hacía años estaba en la SIDE. Además de que era conocido que estaba en la AFI, ya antes me había contratado para hacer la normativa administrativa de un cambio en el organigrama de la AFI. Así que yo tenía claro quién me encargó el entrenamiento”. Sentada en una mesa de una cafetería de moda en Palermo, la doctora G, especialista en derecho administrativo, le contó a PáginaI12 cómo preparó a Fariña para que este fuera a declarar el  primero de agosto de 2016 y que el arrepentido utilizó para involucrar a Cristina Fernández de Kirchner, tal como lo pactó con la AFI. 

La doctora G. pidió que no se diera a conocer su nombre hasta que declare ante el juez Alejo Ramos Padilla. Hoy ya conocemos sus dos iniciales, F.G., y se supone que el magistrado la convocará en la semana que empieza mañana. 

 

Quien conoció cómo se armó la declaración del arrepentido fue su entonces abogada, Giselle Robles. Por esa razón, la banda paraestatal de Marcelo D’Alessio siguió y hostigó a Robles al punto de intentar colocarle droga en su auto. La operación resultó fallida, pero el ex espía Rolando “Rolo” Barreiro reveló lo que hizo la banda contra Robles. Llamada a declarar, Robles contó toda la trama en Dolores y demostró cómo Fariña declaró, palabra por palabra y punto por punto, lo que le indicaron desde la AFI.  

Fariña había declarado varias veces como arrepentido, contando lo que había visto sobre la forma en la que, supuestamente, el empresario Lázaro Báez sacó dinero del país. Hasta ahí, casi quedaba todo como un delito o una evasión impositiva o una infracción cambiaria del constructor. El punto que buscaba el gobierno de Cambiemos era involucrar a CFK en el origen de ese dinero. Por lo tanto, necesitaban que Fariña, que nunca había hablado sobre la obra pública en Santa Cruz, dijera algo sobre el tema para así responsabilizar a la ex presidenta. Como Fariña no sabía nada sobre el tema, se hizo imprescindible que alguien lo entrenara. No sólo eso, sino que F.G. tuvo que redondear textos que luego se le hicieron llegar a Fariña para que éste repitiera cada párrafo en su declaración. 

Los mails a través de los cuales le indicaban al arrepentido qué decir fueron presentados por su abogada de entonces, Giselle Robles, ante el juez Ramos Padilla. Y además, hubo una sesión de entrenamiento personal, porque el arrepentido tal vez tuviera que responder preguntas y estaba también la cuestión mediática. 

Esta es la historia.

El contrato

–¿Cómo la contrataron para entrenar a Fariña?

–Yo soy magister en administración pública. O sea una abogada que no tiene matrícula, que nunca litigó, pero sé como adecuar legislaciones, controlar que las licitaciones o lo que sea se haga de acuerdo a las normas. Me gané buena fama en el Ministerio de Planificación por eso. Copes, que ya falleció, me conoció bastante antes de esta historia en una convención. De manera que cuando me contrató, en 2016, él sabía quién era yo y yo sabía quién era él.

–¿Le pagaron por entrenar a Fariña?

–Sí, unos 30.000 o 40.000 pesos de ahora. Pero le aclaro que yo no sabía que era para entrenar a Fariña. 

–¿Cómo que no sabía?

–No. Hacia marzo, después durante abril y junio, Copes me dijo que era un trabajo relacionado con obras públicas y con la administración pública en general. Me pedía que elaborara documentos sobre circuitos administrativos, el Instituto de la Vivienda de Santa Cruz y sobre obra vial. Me pidió cosas puntales. Hasta ahí no me dijo para quién era el trabajo. Después me dijo que era para una persona “que está en el foco de la tormenta”. O sea que siguió sin decirme para quién preparaba yo las cosas que le mandaba por mail. 

–¿Cómo sabe que el encargo fue de la AFI y que lo pagó la AFI?

–En primer lugar porque era casi público que Copes trabajaba en la AFI: había estado como delegado en Venezuela. Pero en mi caso, él me había encargado un trabajo anterior. Querían hacer un cambio de organigrama en la ex SIDE y para eso había que redactar una normativa. Las cosas son así en el estado, porque un cambio de organigrama implica cargos, modificación de presupuestos, competencias nuevas, una adecuación administrativa y una fundamentación. El me contrató para ese trabajo que era mi especialidad. De manera que cuando vino en marzo a contratarme para explicarle a alguien, que yo no sabía quien era, de la obra pública, yo sí sabía quién me hacía el encargo. 

–¿Por lo tanto usted empezó a escribir las explicaciones?

–No, Copes me entregó tres veces, en mano, mails con las ideas generales. Yo tomaba esos mails y mi trabajo era darle forma técnica. Ahí yo interactuaba con Copes. Una vez que hacía mi trabajo, lo mandaba al mail [email protected] y hoy en día veo que de ahí Fariña memorizaba o se copió directamente para la declaración judicial posterior.

–Sin embargo, ¿hubo un encuentro personal?

–Así es. A principios de julio, Copes me llama y me dice aquello de que está con una persona que “está en el centro de la tormenta” y que necesita una mano para ordenar y entender algunas cuestiones que surgían de mis escritos. Entonces me pregunta si me puedo acercar a una oficina cerca de Tribunales para encontrarme con la persona que necesitaba el entrenamiento. Copes me dijo que tenía que darle una clase sobre obras públicas y el funcionamiento del estado. Insisto en que hasta ahí yo no sabía a quién iba a ayudar o entrenar. 

El contexto

En aquel momento, Fariña tenía poca libertad de movimientos por su incorporación al programa de protección de testigos. Las libertades las estaba negociando en esa época con el ministro de Justicia, Germán Garavano. Por lo tanto, el arrepentido sólo podía concurrir a determinados lugares, entre ellos la oficina de sus abogados. Allí se realizó el encuentro. Fariña sostiene que lo que surge de los mails le fue enviado por sus abogados, Franco Bindi y Giselle Robles, lo que no cambia nada: se trató de una declaración guionada y por lo tanto falsa: le dijeron lo que tenía que declarar. El dice que quienes lo guionaron fueron sus abogados y sus abogados sostienen que fue la AFI. Lo concreto es que la doctora F.G. fue contratada por la AFI y presenta no sólo su versión del entrenamiento sino la documentación que se movió. 

Con Fariña

–¿Cómo fue el encuentro?

–Yo llegué a la oficina y ahí estaba Fariña. Por supuesto que lo conocía de la televisión, de manera que enseguida supe quién era. Estaba ahí sentado, todo canchero, con un gorro de lana en la cabeza. Arrancó hablándome de su matrimonio, de Karina Jelinek y de cómo la estaba pasando como testigo protegido. Fueron 20 minutos para romper el hielo. El hablaba y hablaba. Cuando pasamos a la obra pública me quedé sorprendida: no sabía nada de nada. No sabía lo que era un certificado de obra, que es cuando se termina una parte de la obra, los funcionarios constatan lo hecho y certifican lo construido. Con eso se cobra. No sabía lo que era el acopio, que consiste en que antes se compraban materiales para iniciar una obra y presentando las facturas se cobraba un adelanto. Eso era muy diferente a cobrar un anticipo financiero. El decía que se cobraba un anticipo del 25 por ciento, lo que no existía. Hay incluso obras que no tienen anticipo, otras tienen el 10 por ciento y otras el 15 y alguna el 20, pero el 25 no existía. Fariña no sabía lo que era el fondo de reparo, que es un porcentaje que el estado retiene en cada pago como garantía de que las obras están bien hechas. No tenía el menor contacto con la obra pública.

–El dice que tenía ideas subyacentes. O sea que sabía, pero que no las tenía presentes.

–Mire, no sabía las cosas más elementales. Se ve que nunca tuvo contacto con una licitación ni con una obra pública. No sabía lo que era una readecuación, que sucede cuando el índice de la construcción sube más de un dice por ciento. La empresa constructora pide la readecuación, o sea que se actualice el valor de la obra. Es algo matemático, un cálculo que está muy establecido. La readecuación es algo provisorio. Es diferente a una redeterminación que es cuando ya se convalida al final esa actualización. Piense que cuando yo me vi con él, se supone que había leído los mails. Pero no podía repetir ni lo que había leído. 

Un cambio de planes

Conviene tener en cuenta que el mayor problema inicial que afrontó el Gobierno cuando contrató a F.G. para el armado de la declaración del arrepentido era que él no sabía nada de la obra pública de Santa Cruz, que es con lo que se quería imputar a CFK. Fariña había declarado que estuvo mucho en el sur, pero no sabía nada concreto. Por ejemplo, no podía hablar de la construcción de ningún tramo de la ruta 3 o de la ruta 40. De manera que la alternativa era hablar generalidades. En ese terreno involucró a la Cámara de la Construcción y a Carlos Wagner, pero Lázaro Báez era un marginado de aquella Cámara, de manera que no servía para involucrar ni a Lázaro ni a la ex presidenta. Como lo que interesaba era Santa Cruz, trataron de instruir a Fariña, por ejemplo, respecto de lo que era el IDUV (Instituto de Desarrollo Urbano y Vivienda), que era el Instituto Provincial de la Vivienda de Santa Cruz. Lo que había que introducir era que el supuesto modelo de corrupción provincial se traspasó a la Nación, pero Fariña no entendía de las cuestiones más elementales. 

La maestra

–¿Y cómo se fue resolviendo el desconocimiento?

–Hice de maestra. Le hacia cuadritos, dibujitos. El repetía a rajatabla. Después era impresionante. Usaba mis palabras. Piense que yo no sabía que eso iba a tomar la dimensión que tomó. Como yo le hacía los cuadritos y dibujitos en un block mío, todavía tengo todo el material. Así que se lo entregaré al juez de Dolores. También los mails y lo que yo escribí a pedido. El quería saber cómo se podía, por ejemplo, manipular una compulsa de precios o una licitación. O cómo se podrían conseguir sobreprecios, la manipulación de los adelantos, las facturas apócrifas, coimas y hasta lavado de dinero. Todo eso tengo anotado en mi block.

Iguales 

La enumeración de items está exactamente igual redactada en las anotaciones de F.G. que en un texto enviado por la AFI y en un manuscrito que Fariña llevó a su declaración del 8 de abril de 2016. Lo que se necesitaba era que F.G. le diera argumentos para sostener aquello y, sobre todo, ampliarlo. Todo está con los mismos números y en el mismo orden. Las menciones al IDUV están idénticas en las anotaciones de F.G. y luego en la ampliación de indagatoria de Fariña. 

El caso del arrepentido exhibe la forma en la que se armaron declaraciones en distintas causas. Fariña repitió lo que le mandaron en los mails, lo transcribió en su declaración y hasta lo tuvo memorizado para decirle en algunos medios. 

En aquel momento, el expediente con el que se acusa a Cristina, Julio de Vido, Roberto Baratta, Báez y muchos otros estaba en crisis porque la auditoría mandada a hacer por Javier Iguacel, entonces titular de Vialidad Nacional y el más acérrimo funcionario anti-K, concluyó que sólo había un 0,1 por ciento de diferencia entre lo pagado y lo construido en las rutas de Santa Cruz. Buena parte de los atrasos en las obras eran por demoras en la expropiación de terrenos, ya que habían sido invadidos con viviendas o porque aparecieron caños de YPF o cables subterráneos de empresas públicas. En cualquier caso, los atrasos de Báez eran similares al del resto de las constructoras. Que Austral Construcciones haya ganado 51 licitaciones de las 81 que se hicieron en Santa Cruz tampoco marcaba un delito, por cuanto pocas empresas querían construir allí, por el frío, el viento y la complicación de transportar maquinaria y personal a 1.800 kilómetros de la Capital Federal. Ante esas dificultades en la acusación, la declaración de Fariña resultaba de máxima importancia: iba a involucrar a todos. Hoy en día, casi todo lo que se le atribuye a CFK –Hotesur, Los Sauces, fotocopias de los cuadernos– tiene anclaje en la obra pública, de manera que el aparato judicial-político-mediático no podía permitirse que naufragara ese expediente, que va a llegar a juicio el 21 de mayo. 

Así como la AFI jugó sus cartas para presionar al juez Luis Carzoglio para que metiera preso a Pablo Moyano, también intervino en el armado y entrenamiento de la declaración de Fariña. Para eso contrató una abogada especialista y le redactaron todo lo que tenía que decir. Ahora la trama quedó a la vista. Falta saber en qué otros expedientes hicieron la misma trampa. 

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