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OPINION

15 de febrero de 2018

Cada vez vamos por más: ¡que nos devuelvan Salto Grande!

A decir verdad, no sabemos si nos hemos quedado cortos al señalarlo de ese modo. Es que no se trata de que vayamos por más, ya que en realidad “vamos por todo”, tal cual lo susurraba una señora que todos conocen; ya que -de nuevo a decir verdad- no se puede ir por más. Salvo que en lo que se esté pensando sea, teniendo en cuenta que nuestros vecinos de la otra orilla fueron en algún momento “argentinos orientales”, incorporar a nuestro país al Uruguay. . .

Dimes y diretes en apariencia sino confusos, al menos enigmáticos, que son provocados por la contundente afirmación de Héctor Domingo Maya, referida a cuál debe ser el destino final de la represa sobre nuestro río, divisorio y a la vez lazo de unión, el cual co-gestionamos como copropietarios con nuestro hermano país oriental.

Que nos devuelvan el complejo hidroeléctrico de Salto Grande ha reclamado de una manera enfática aunque imprecisa el gualeguaychense, que en algún momento supo ser nuestro senador nacional, y no desentonó ocupando otros cargos nacionales de responsabilidad.

Se debe advertir que lo que en principio se mostraba como una efectista consigna, fue perdiendo fuerza a lo largo de las declaraciones, en las que incluso hubo algunas que llegaran a sonar como casi razonables.

Lo de enfático está claro. Pero lo de impreciso sigue en la consigna, ya que afirmar que aspiramos a que se nos devuelva Salto Grande, exige que se establezcan con precisión previamente otras cuestiones no menores.

Para empezar, que se devuelva ¿a quién? ¿Al Estado argentino, a la provincia de Entre Ríos? Omitimos incluir entre los solicitantes a la Municipalidad de Concordia porque Maya es nacido y criado en Gualeguaychú, donde también vive. Aunque teniendo en cuenta la idiosincrasia mayéstica de los habitantes de esa ciudad –dicho esto en son de pulla cariñosa-, no faltará a quien se le ocurra, de una manera delirante, que al lanzar la demanda se refería a la Municipalidad.

Dando respuesta en la forma adecuadamente precisa a esos interrogantes que provoca esa consigna, quedaría todavía por ver qué es lo que se deberá devolver. ¿El complejo hidroeléctrico entero o la parte que al Estado argentino le corresponde como condómino? A lo cual sigue otra pregunta que formular y responder: ¿qué se quiere decir con eso de devolver? Porque pedirlo o exigirlo de esa manera, significaría no otra cosa que reclamar la restitución de lo que es propio, y que por la causa que fuera ha terminado en manos ajenas. Y tratándose del complejo al que aludimos –o en su caso de la parte indivisa a que nos referimos- que sepamos no es ni del Estado provincial de Entre Ríos, ni de la Municipalidad de Concordia –o de Gualeguaychú. Si se tiene en cuenta que ninguno de ellos puso ni un solo peso para la construcción de ese complejo, dado lo cual lo único que podrían pedir es –no que nos “devuelvan” el complejo con la represa incluida- sino que se la lleven a otra parte, dejando el río como en los tiempos en que era de los pájaros y de los guaraníes o de váyase a saber quién. . .

Lo dicho hasta aquí, puede sonar hasta jocoso, pero no lo es, ya que estamos tratando de cosas serias, merecedoras por consiguiente de ser tratadas de ese modo. Algo que obliga a efectuar algunas precisiones.

Comenzando así por recordar que ese emprendimiento fue llevado a cabo y financiado en forma compartida por Uruguay y Argentina. También que el Estado Nacional paga a los Estados de nuestra provincia y la de Corrientes –y en parte la de Misiones-, grandes sumas de dinero en concepto de “regalías” y “excedentes”.

En tanto, no resulta ocioso señalar que las “regalías” son sumas de dinero que se pagan por el aprovechamiento del “recurso hídrico”, en nuestro caso el Río Uruguay, mientras que los “excedentes” son el resultado de restar a los ingresos pagados por Cammesa, el monto de la regalías y los gastos operativos.

Y en el caso de las regalías, sus titulares son los estados provinciales de Entre Ríos y Corrientes quedando excluido el de Misiones. Que su monto total equivale al 12 por ciento del valor promedio de la energía-potencia que genera la planta. A la vez el monto de ese 12 por ciento se distribuye entre esas dos provincias correspondiendo a la nuestra un 70 por ciento de ese importe total y el resto a la de Corrientes.

No está demás acotar, para que podamos hacernos una idea de la magnitud de las regalías que se pagan, que lo recibido por nuestro gobierno provincial en ese concepto en el período 2002-2017 fue una suma superior a los 100 millones de dólares.

En lo que respecta a los “excedentes”, en cuyo reparto también entra Misiones y que se distribuyen un 6,7% a Misiones, un 5% a Corrientes, un 27,5 % a nuestra provincia. Y ente caso conviene hacer notar que en los últimos diez años se produjeron excedentes por 400 millones de dólares en total, correspondiéndole a la CAFESG, 300 millones de dólares. Queda para otra oportunidad analizar lo que hizo ese organismo con ese “fangote” de plata. . .

A su vez, la trepada observada en algunas facturas de electricidad –las que recibieron arroceros que utilizan bombas eléctricas en el proceso de riego, les han provocado espanto- haciendo reverdecer viejas banderas reivindicatorias respecto a Salto Grande, apenas disimuladas por la proclamada intención de que el precio de la electricidad disminuya a los usuarios de un territorio impreciso que puede llegar a ser inclusive el de la provincia toda; o en un caso conocido y por nosotros comentado, lograr una tarifa subsidiada como factor de promoción de categorías precisas de una determinada ciudad.

Es dentro de ese marco que la CTM ha redactado un informe en el que, según un documento al que hemos logrado acceder, se propone como la “alternativa más beneficiosa” la que determine que nuestro estado provincial asuma el rol de “comercializador de regalías”.

A ese respecto se señala la existencia, en el que se designa como Mercado Eléctrico Mayorista, de la figura del “comercializador de regalías”. De donde el gobierno entrerriano estará legalmente autorizado para asumir ese rol y comercializar el “paquete de energía” al que esas regalías equivale, en beneficio de la propia provincia. Más sencillo: en lugar de cobrar las regalías en plata contante y sonante, hacerlo en un paquete energético del que luego se podrá disponer.

¿De qué manera? Vendiéndolo –es lo que sugiere la CTM, a. . . la Cooperativa Eléctrica de Concordia, e incluso a la propia Empresa Distribuidora de Entre Ríos, para que estas lo apliquen a los distintos segmentos de demanda.

A su vez no podemos dejar de preguntarnos a quiénes está destinado el beneficio que surgiría de la aplicación de las recomendaciones del documento. Es que, haciendo un remedo del lema trumpiano, surge un silenciado pero ostensible “primero Concordia” aunque no puede dejar de advertirse su atenuación. Ya que después de la mencionada Cooperativa Eléctrica de esa ciudad se haría un lugar para la empresa provincial de electricidad.

En tanto hacemos un pedido a nuestros lectores entrerrianos: miren su “factura de luz”, fíjense cuál es el monto de los impuestos y tasas incluidos en ella y sus aumentos. Para después preguntarse, si no se podría empezar por eliminarlos a todos ellos y utilizar parte de las regalías para compensar en parte al menos, la mengua en los recursos públicos que representa esa eliminación.

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