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GENTE

17 de julio de 2016

Sobrepeso y problemas de voz, las patologías comunes en maestros

Así lo reveló un estudio sanitario de Agmer. De 2.000 maestras, el 55% presentó exceso de peso. Posibles causas.

Un relevamiento sanitario, realizado entre mediados de 2014 y principios de 2015 en 137 escuelas urbanas y rurales de diferentes niveles educativos de la provincia, permitió establecer a priori que entre docentes entrerrianos prevalecen patologías tales como el sobrepeso y las dificultades con la voz. La muestra es el resultado de un trabajo encarado por el departamento de Salud Laboral de la conducción provincial de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer), que encabeza la vocal gremial electa en el Consejo General de Educación (CGE) Perla Florentín, y que se denominó "Agmer va a la escuela". Son números crudos de lo que en poco tiempo se convertirá en un informe detallado acerca de las condiciones en que trabajan los educadores entrerrianos y cómo la falta de controles periódicos conlleva a un lento deterioro de su estado psíquico y físico de salud. El estudio abarcó a los 17 departamentos entrerrianos y alcanzó al 10% (137) del universo de escuelas provinciales que se calcula en 2.500. En total fueron sometidos a controles médicos 2.110 educadores, de los cuales 1.768 eran mujeres y 342 eran varones.   Bajo la premisa de concientizar acerca de la importancia de la prevención, un móvil en el que viajaban un médico generalista, un odontólogo y una fonoaudióloga especialista en voz, recorrió ciudades y poblados rurales donde se realizaron encuestas. En el territorio, era el médico generalista quien tomaba datos antropométricos, apuntando a los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares y también se encargaba de elaborar una encuesta general donde se buscaba conocer ciertas características de los trabajadores.   Al mismo tiempo, el odontólogo realizaba un examen para determinar la necesidad de un tratamiento, la cantidad de caries y finalmente se llegaba a un resultado de la salud bucal. En todos los casos se entregaba folletería en relación a cómo hacer prevención. "El 70% de los compañeros que estaban trabajando tenían algún problema en la voz", sentenció Florentín. Para analizar esta problemática se utilizó el sistema Rasat, un estudio para determinar como fonan los docentes a partir de la escucha de un oído especializado. De esta manera, se obtuvo un puntaje en una escala donde se observó el nivel en que impacta la disfonía y la ronquera en la emisión de voz.   "Esta evaluación nos indicó que los docentes necesitan atención, que puede empezar a mejorar desde un simple ejercicio de voz, tomando conciencia de que está fonando mal, que tienen que respirar de otra manera", alertó la dirigente paceña. Esta realidad volcada en cifras ofrece la real magnitud de un problema que preocupa.   La estadística indicó que 1.541 docentes tienen compromiso de la voz, de los cuales 1.145 son maestros de grado, es decir un 75% de los trabajadores evaluados. Mientras que también padecen esta patología 126 directivos de diferentes cargos, 97 preceptores y 37 profesores. Quizás una de las debilidades del sondeo es que los profesores son la población menos relevada, atento a que no tienen concentración de cargos y distribuyen sus horas en diferentes escuelas.   Por conocer el entorno de trabajo y la idiosincrasia de sus colegas, la sindicalista precisó que muchos docentes llegan con la voz extenuada al cabo de cada semana, pero que tienen la posibilidad de recuperarla el fin de semana. "El problema es cuando el fin de semana no alcanza para recuperar esta herramienta profesional. Entonces se convierte en un sufrimiento. El docente, por desconocimiento o por no estar atento a esta sintomatología, no se atiende este problema. No hay formación en relación a esto; en los institutos de formación docente al docente se lo forma curricularmente para enseñar matemáticas, pero no se le enseña a cuidarse", reveló con una buena dosis de autocrítica.   Florentín fue más allá al señalar que algunos trabajadores deben recurrir a una licencia para atender esta "enfermedad profesional", aunque ello no implica la mejor forma para enfrentar la patología. "Muchas veces la licencia hace que el compañero se vaya, se aleje del problema, pero no se atienda la cuestión de fondo. Sucede que se recuperan y vuelven, pero lo hacen con los mismos problemas. Por eso decimos que hay que tener información, formación para que el docente esté atento a esta sintomatología, pero a la vez que tenga a quien recurrir cuando le pase este tipo de cosas", subrayó. Sobrepeso, datos que alarman   Según los controles médicos, un 55% de las maestras y un 40% de los maestros presentan sobrepeso, lo que representa un importante factor de riesgo cardiovascular. Son 954 mujeres y 129 hombres con sobrepeso, de acuerdo al relevamiento de Agmer. A este valor se arriba luego de estudios antropométricos que incluyen el índice de masa muscular, el perímetro abdominal en relación a la edad, entre otros parámetros.   "Es un número alto en relación a los números generales de la población. El riesgo cardiovascular no está por encima de los índices de la población en general, pero es importante este índice de sobrepeso. Nos preocupa porque son indicadores altos en relación a las mujeres", reconoció la vocal de Agmer en el CGE. Sobre las causas que podrían disparar esta situación, Florentín le apuntó a algunos factores determinantes. "Tiene que ver con el sedentarismo, la gente no tiene conciencia de la actividad física. A partir de estos datos, los compañeros deben entender que tienen que tomarse una hora diaria para caminar, para hacer actividad física. Sucede que uno se compromete con el trabajo, porque en su mayoría son mujeres, que le suman el trabajo en la casa y la crianza de sus hijos", subrayó finalmente.     Exigencias incumplidas de la patronal     La conducción de Agmer provincial insistió en su reclamo al Gobierno provincial para que arbitre los medios necesarios en función de que se realicen controles periódicos de salud a docentes. "Lo tienen que hacer por ley", argumentó Florentín. Explicó que el incumplimiento del Estado radica en que como el sector recurre en primera instancia a la obra social (Iosper), la patronal se desliga de la responsabilidad. "Nosotros entramos a trabajar sin el control preocupacional y después cuando denunciamos una enfermedad profesional se la atiende lo mínimo que pueden. Encima hay que litigar muchas veces para recibir tratamiento de la voz. No nos hacen nunca un control periódico, más allá de que la propia normativa lo avala y, como docentes, cada vez que titularizamos tenemos que presentar una actitud psicofísica, que la debemos costear económicamente, cuando debería ser el Estado", esgrimió.   Consultada en qué medida los factores de riesgo detectados se traducen en mayor cantidad de pedidos de licencias aseguró: "Desde 2008 no tuvimos más datos certeros respecto a esta información, aunque se trata de datos que deben existir en el Consejo de Educación, pero no los podemos obtener. Ellos dicen que es información confidencial, pero no creemos que sea así, porque como patronal debe tener acceso a los mismo. Hay que ver cómo se cruzan esos datos".   "A nosotros se nos acusa de sacar muchas licencias, y no tenemos elementos para sostener si es verdadero o falso, pero tampoco nos negamos a que nos controlen", manifestó.

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