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SOCIEDAD

28 de septiembre de 2015

Recomiendan que las clases empiecen a las 10 de la mañana

Médicos y científicos de las universidades de Oxford, Harvard y Nevada recomiendan que las clases comiencen a las 10 de la mañana.

Médicos y científicos piden que las clases se adapten a las necesidades de los alumnos y no a las de los adultos. Cada hora de sueño perdida hasta los 20 años se vincula con un alza del 38% en la posibilidad de sufrir alteraciones psíquicas.

Médicos y científicos de las universidades de Oxford, Harvard y Nevada recomiendan que las clases comiencen a las 10 de la mañana. En el artículo "Sincronizar la educación a la biología adolescente", publicado en la revista científica Learning, Media and Technology, piden que las clases se adapten a las necesidades de los alumnos y no a las de los adultos. "Casi todo el mundo cree que los adolescentes deben ir a dormir pronto para levantarse temprano. Pero los adultos son los que deberían adaptarse", señala Paul Kelley, científico del Instituto de Neurociencia de la Universidad de Oxford.

El trabajo repasa las últimas investigaciones en patrones de sueño y sus consecuencias en el rendimiento académico. Con la llegada de la pubertad, el reloj biológico cambia, se vuelve más lento. Por un motivo fisiológico, no de hábitos, a los adolescentes les entra sueño más tarde de forma natural. Pero siguen necesitando dormir unas 9 horas diarias, porque su cerebro está en formación -hasta los 20 años-.

"Un adolescente que se levanta a las 7 de la mañana equivale a un adulto que se levanta a las 4.30 de la madrugada", afirma el trabajo. Con los horarios actuales, si un estudiante de 15 o 16 años comienza las clases a las 8, debe despertarse entre las 6 y las 7 de la mañana. Para ir bien descansado y cumplir con las 9 horas de sueño necesarias, debería acostarse entre las 21 y las 22. El problema es que su cerebro "no les permite ir a dormir pronto", insiste Kelley.

La vigilia a esta edad llega a partir de las 23, y su hora de despertarse natural se sitúa sobre las 8 de la mañana. Por eso, los autores del artículo defienden que los institutos abran sus puertas a partir de las 10. El estudio va en sintonía con la recomendación de la Academia de Pediatría de los Estados Unidos, que sugirió que las clases no empiecen tan temprano, ya que la falta de horas de descanso puede contribuir a problemas como obesidad, diabetes y trastorno de conducta, el aumento del riesgo de sufrir accidentes y a un declive en el rendimiento escolar.

En Argentina ni siquiera llegó a plantearse la posibilidad de retrasar el horario de entrada al colegio. Lo que sí se discute es cómo se regula el uso de la tecnología que los hace madrugar conectados a las redes sociales y a las aplicaciones del celular. Guillermo Goldfarb, integrante del Grupo de Trabajo en Informática de la Sociedad Argentina de Pediatría, dice: "Hay que lograr acuerdos, reglas de uso, para que compensen todo ese tiempo que pasan con el teléfono o computadora en otras actividades".

Un problema que preocupa en la Argentina.

Recomiendan que los adolescentes duerman un promedio de entre 8 y 9 horas. Sin embargo, un estudio reciente del Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos ?publicado en el Journal of Youth and Adolescence?, afirma que sólo el 3% de los estudiantes entrevistados descansa esa cantidad de tiempo, mientras que el 20% asegura que duerme cinco horas o menos. ¿Las consecuencias? Según la investigación, cada hora de sueño perdida se relaciona con un incremento del 38% en las posibilidades de sentirse triste y desesperanzado. Asimismo, se reportó un aumento del 42% en las probabilidades de considerar el suicidio, un 58% en intentos de quitarse la vida y un 23% en abuso de drogas.

Esta correlación no prueba que la falta de sueño cause esos problemas directamente, apuntan los científicos. De hecho, podría incluso ser a la inversa: la depresión y la ansiedad causan insomnio. "Pero la mayoría de investigaciones establecen la falta de sueño como causa de problemas mentales y no al revés", explicó Adam Winsler, coautor del estudio y profesor de psicología en la Universidad de George Manson. Para arribar a estas conclusiones, entrevistaron a con 27.939 estudiantes de los suburbios de Virginia.

Los déficits en el sueño reducen la función cerebral ?funciones ejecutivas, el autocontrol o el juicio? en los adolescentes. "Los padres y madres, educadores y terapeutas necesitan prestar atención al papel del sueño en la prevención de enfermedades mentales entre los jóvenes", advierte Winsler, quien recuerda "que el efecto positivo de dormir bien sobrepasa el de la mayoría de terapias y medicamentos". Un estudio de las universidades de Oxford, Harvard y Nevada aconseja que las clases no empiecen tan temprano (ver Recomiendan...)

En Argentina no hay cifras oficiales respecto de la deprivación del sueño en población adolescente. En 2004 el Hospital Austral realizó un estudio en el país y reveló que cerca de la mitad de los chicos de entre 10 y 15 años dormía menos de 9 horas los días de actividad escolar y no recuperaba horas de sueños los fines de semana. "La falta de descanso se asocia con una baja motivación para las tareas cotidianas, una disminución en los niveles de atención y concentración, fallas en las funciones ejecutivas y una mayor tendencia la desregulación emocional. Estas cuestiones se asocian en su conjunto con un peor desempeño escolar. A nivel físico puede observarse un excesivo cansancio y somnolencia diurna y un riesgo mayor de obesidad y de sufrir accidentes", detalla Pablo López, del departamento de Psicología y coordinador del Programa de Educación Continua, de Instituto de Neurología Cognitiva (INECO).

Las horas de sueño que no se duermen en una noche no pueden recuperarse ni compensarse. Incluso hay estudios que señalan que los intentos por compensar el sueño empeoran el cuadro. Algunos expertos sostienen que la particularidad que existe en el patrón de sueño de los adolescentes, es la presencia de un contraste marcado entre los horarios que duermen durante la semana y los que duermen durante los fines de semana. En definitiva, la única manera de pagar esa "deuda de sueño" es durmiendo.

Y eso es lo que sugiere Eduardo Borsini, especialista en medicina del Sueño del Hospital Británico, quien alerta además sobre las consecuencias de dormir poco o mal: "Fluctuaciones del humor, ciclotimia o ansiedad. Estrés. Frustración, impulsividad y agresividad. Dormir menos de lo necesario deteriora la inteligencia emocional, es decir, lo ligado a los afectos. Estas condiciones predisponen al uso y abuso de sedantes y al consumo de alcohol y drogas. Naturalmente los chicos tienden a irse a dormir más tarde, pero hay que cuidar de que descansen por lo menos ocho horas", sugiere.

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