DEPORTES
16 de marzo de 2015
San Lorenzo se quedó con el clásico de barrio frente a Huracán
El Ciclón, que empezó perdiendo, lo dio vuelta y ganó 3 a 1; volvió a jugarse el clásico barrial después de cuatro años.
De tanto que se invoca al barrio cada vez que se encuentran, el partido al final se impregnó de esos condimentos especiales, que transportan al fútbol a un estado más primario. Porque se jugó con entusiasmo, se puso el corazón, hubo orgullo, el resultado fue y vino, y hasta fue engañosa la sensación de asunto cerrado con el 3-1 de San Lorenzo. Hasta Lavern pareció regirse por los (malos) códigos de barrio. Dirigió como si pasara por ahí y lo hubieran invitado. Alguien que cayó de improviso, sin las tarjetas. Pareció encaprichado en no amonestar. Hubo no menos de cinco foules (entre ellos, el del penal de Vismara a Romagnoli ) merecedores de una tarjeta amarilla, además de varias protestas. Como si no le quedara más remedio, en los últimos 15 minutos amonestó a dos ( Toranzo y Ortigoza ). Hasta los hinchas lo aplaudieron irónicamente.
El Ciclón fue un justo ganador y Huracán fue un digno adversario. En el barrio suele haber más lógica que en el fútbol global: gana el mejor, el que tiene a los jugadores más destacados, el que dispone de recursos superiores. En esa comparación, San Lorenzo está por encima de Huracán, y lo demostró sobreponiéndose a algunos momentos de dudas, a un inevitable nerviosismo y a las oscilaciones propias de cualquier rendimiento.
El barrio es especial para el que lleva años allí. Hay una identificación, una tradición que representar. Esa fue la motivación de Romagnoli, que al borde de los 34 años, con un cuerpo que sabe de muchas lesiones, jugó con la ambición de un pibe. Pipi ya no tiene necesidad de demostrar nada en especial, sino ratificar que está hecho para partidos de esta naturaleza.
Bauza imploraba por una actuación "inteligente" de su equipo, por no dejarse llevar únicamente por el corazón. Y la verdad fue que San Lorenzo, en el comienzo, trató de pensarlo el partido con una presión alta y con la proyección de los laterales para crear superioridad numérica. Y también se dejó llevar hacia adelante por un ambiente cargado de expectativa y ansiedad.
Huracán entró a especular con la ansiedad local. Se vio un poco desbordado en el primer cuarto de hora, pero no tardó en sacar a luz el potencial técnico de algunos de los tres volantes que estaban por delante de Vismara y Gallegos. Sobre todo de Toranzo, que con la pelota en los pies sabe un montón. Romero Gamarra , más intermitente, lo buscó a las espaldas de Mercier , sin que ninguno de los centrales saliera a presionar: el espacio fue una invitación para el impecable derechazo de Toranzo.