* En 2016 adquirió bonos de deuda mientras era funcionario. "Sus decisiones políticas podían influir en la cotización de esos bonos. Estaba en mejor posición de contar con información privilegiada para decidir sobre su cartera y mejorar el beneficio económico personal", apunta el informe. Según su declaración jurada, compró 9.979.902 pesos de Bonar 24.

En síntesis, "Santiago Bausili infringió la Ley de Ética Pública, pero además mantuvo una relación económica con la entidad bancaria", concluye el informe de la OA.

Wall Street en la Casa Rosada

El gobierno de Macri fue hegemonizado por la fracción del poder económico de las finanzas globales. Una legión de por lo menos 27 financistas ocuparon diferentes cargos estratégicos en la estructura del Estado, y la mayoría había trabajado en Wall Street.

Financistas del JP Moran, Goldman Sachs, Morgan Stanley, HSBC, Citi, Deutsche, Chase, Barclays, Merrill Lynch se instalaron en dependencias públicas.

Estuvieron en el Ministerio de Hacienda y Finanzas, Banco Central, Comisión Nacional de Valores, Anses, Unidad de Información Financiera, YPF, Banco Nación y hasta en el Ministerio de Desarrollo Social.

La administración Macri entregó de ese modo el manejo de varios organismos estatales al mundo de las finanzas internacionales. Wall Street se instaló de ese modo en la Casa Rosada como no lo había hecho en ningún otro gobierno.

Fue tan impactante este desembarco que sorprendió a los propios protagonistas del mercado financiero internacional, que lo festejaron pero también les generaba intriga el experimento.

Pasado esos cuatro años esas dudas tienen certezas. Fue un desastre en términos de bienestar general y, a la vez, una fuente de negocios fabulosos para el mundo de las finanzas.

Tan impresionante fueron las ganancias iniciales que el frenesí especulativo culminó como toda burbuja especulativa, en este caso con la deuda argentina: explotó, generó fuertes quebrantos y, finalmente, el default.

Nunca más

El vicepresidente segundo del Banco Central, Jorge Carrera, fue contundente en su cuenta de Twitter: "Los que incendiaron el bosque nos explican cómo apagar un incendio".

Guzmán fue el bombero del desquicio que dejaron los financistas de Macri. Impuso las condiciones conceptuales para una reestructuración de deuda soberana. Y lo hizo teniendo enfrente a Larry Fink, quien hoy es el hombre de las finanzas más poderoso del mundo, uno de los dueños de BlackRock, el principal fondo de administración de carteras del mercado global con más de 7 billones de activos.

En la historia económica argentina los endeudadores seriales han sido gobiernos autoritarios, de facto, neoliberales, mientras que los que resolvieron crisis de deuda con default y además han cumplido con los compromisos fueron los gobiernos democráticos populares.

En esta oportunidad le tocó esa tarea a la administración liderada por Alberto Fernández y ya comenzó a reparar el desastre financiero que dejó el fiasco del tercer ciclo neoliberal de las últimas cuatro décadas.

Fernández no tiene vocación política de apuntar a la herencia recibida pero resultaría útil abrir un espacio de debate sobre cuál debería ser la sanción social a la impunidad y desvergüenza de quienes lideraron ese endeudamiento.

Se trata de definir qué grado de responsabilidad y cuál el costo que deberían asumir los protagonistas de este brutal ciclo de endeudamiento.

La traumática historia argentina con la deuda permite abrir la posibilidad de avanzar con leyes o incluso una disposición constitucional para precisar responsabilidades políticas y personales y límites en la emisión de deuda.

Sería el camino para cumplir con el mensaje que Alberto Fernández ofreció en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso , el primero de marzo pasado:

"Nunca más a un endeudamiento insostenible.

Nunca más a decisiones que se toman con ínfulas tecnocráticas y de espaldas al pueblo.

Nunca más a la puerta giratoria de dólares que se fugan dejando tierra arrasada a su paso".  Por Alfredo Zaiat - [email protected]">[email protected]