Ni Guardiola, ni los millones de euros, ni el andar rumbo al título en la Premier, ni el juego durante la mayor parte de la temporada, ni ese gran primer tiempo de este martes del que debió irse 2-0 pero no lo hizo por un gol mal anulado a Sané...

El Manchester City se quedó afuera de la Champios en cuartos de final porque se topó con el Liverpool de un Jürgen Kloop que siempre complica -y vaya si lo hace- a los equipos de Pep.

En los primeros 45 minutos, el City fue una especie de máquina de jugar y atacar, que prácticamente no le permitió cruzar la mitad de cancha al Liverpool, se puso en ventaja a los dos minutos con el gol de Gabriel Jesús, fue al frente de manera sistemática y se vio perjudicado por el arbitraje de la terna española.

El Liverpool había avisado en la última jugada de la etapa inicial con una llegada profunda y le asestó el golpe definitivo con esa corajeada de Sadio Mané (al principio le metió un planchazo en el bajo vientre a Otamendi) y una sutil definición de Salah, el egipcio de una temporada de ensueño que la ratifica con esta clasificación. Debió salir antes en la ida, pero se recuperó y dio la talla una vez más (suma 29 goles en la Premier y ocho en la Champions en la actual temporada).

El golpe de gracia llegó con el error de Otamendi, que le cedió la pelota a Firmino y el brasileño definió muy bien para el 2-1 final. El zaguero argentino, de muy buena temporada, tuvo una semana bajísima, con flojos partidos en esta serie en el clásico del sábado con el United.

Para el City es una frustración que le dejará enseñanzas para, alguna vez, llegar a la final de este torneo. El Liverpool, que ya ganó cinco veces la Champions, vuelve con toda la iluisión a una semifinal después de nueve años.