Los manuales de historia nos dicen que la Primera Junta estuvo compuesta por Cornelio Saavedra (presidente), Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu y Juan Larrea como vocales, y Juan José Paso y Mariano Moreno como secretarios, quienes en aquella mañana lluviosa del 25 de mayo de 1810 dieron el paso inicial hacia la independencia nacional que se lograría seis años más tarde en la provincia de Tucumán.

Sin embargo, los libros no cuentan que detrás de estos patriotas existieron más hombres y mujeres que le pusieron el alma a esta revolución, y que merecen también una página de gloria en nuestra historia. Uno de ellos se llamaba Juan Hipólito Vieytes, quien tuvo una destacada participación en las dos invasiones inglesas (1806 y 1807) al luchar contra los europeos con el grado de capitán de los milicianos.

Apenas dos años después instaló una jabonería con su amigo Nicolás Rodríguez Peña, en donde luego estaría ubicada una casa sobre la calle México al 1500. Como siempre fue partícipe de las denominadas tertulias (reuniones en salones de casas privadas donde se hablaba de diverso temas), utilizó su jabonería como un centro de reuniones secretas para tratar con los patriotas los planes para lograr el tan ansiado sueño: lograr la independencia de España y ser una nación.

Vieytes fue comerciante, militar y periodista. De hecho, fundó el periódico Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, el cual le permitía saber qué pasaba en la región y en el mundo. Asistió al Cabildo Abierto del 22 de mayo y fue uno de los tantos que votaron por la destitución del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, algo finalmente logrado por los patriotas.

La semilla de la revolución no sólo fue plantada por hombres, ya que las mujeres también formaron parte de la siembra. Tal vez la más recordada fue María Josefa Petrona de Todos los Santos Sánchez de Velazco y Trillo, es decir, Mariquita Sánchez de Thompson. Desde joven siempre tuvo una buena posición económica y esto, sumado a su amor por la causa revolucionaria, fue el cóctel decisivo para que colaborara con los planes que sirvieran para liberar a nuestra nación.

Mariquita tenía su casa sobre la calle Unguera al 200 (hoy Florida), y en cada tertulia el desfile de personalidades de aquel momento era incesante. Por eso su vivienda fue un lugar clave para las reuniones patriotas. Esta mujer no sólo colaboró con dinero para comprar las futuras armas que se utilizarían en las batallas de la revolución, sino que también se encargó de confeccionar las escarapelas para las tropas libertadoras.

Un tercer ejemplo "anónimo" fue Domingo María French, que junto a Juan Martín de Pueyrredón organizó el cuerpo de húsares para combatir en las invasiones inglesas, tras las cuales fue ascendido a teniente coronel por el virrey Santiago de Liniers.


Junto a Antonio Beruti, son considerados los creadores de la escarapela argentina y ambos pertenecían al grupo "Los Chisperos", cuyas cintas entregadas a los patriotas aquel 25 de mayo los diferenciaban de los "presuntos realistas" que estaban en la plaza, y ese día proclamaron el derrocamiento de Cisneros y la formación de una nueva junta.