19 de noviembre de 2024

Putin aprueba una doctrina que permite una respuesta nuclear a un ataque convencional

Tras la "luz verde" de EE.UU. a Ucrania para usar misiles de larga distancia en territorio ruso
La norma permite que Rusia desarrolle una ofensiva atómica en caso de que se produzca un ataque que suponga "una amenaza crítica para la soberanía y/o integridad territorial" de la Unión Estatal Rusia-Bielorrusia.

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, aprobó una nueva doctrina nuclear que permite el uso de armamento atómico en respuesta a ataques convencionales que pongan en peligro la soberanía rusa, así como la bielorrusa. Esta normativa establece que una ofensiva convencional considerada como una amenaza crítica para la integridad territorial de estos países, que forman la Unión Estatal Rusia-Bielorrusia, podría desencadenar una respuesta nuclear.

 

 

El documento también amplía los criterios para una represalia atómica al considerar "ataque conjunto" la agresión de un país no nuclear que reciba apoyo de una potencia con capacidad atómica. Publicada en el portal oficial de información del Estado ruso, la nueva doctrina refuerza la postura de Moscú frente a alianzas militares, como la OTAN, al señalar que cualquier acción ofensiva contra Rusia o sus aliados por parte de un miembro de una coalición será interpretada como un ataque de la coalición en su conjunto.

 

Analistas interpretan estas disposiciones como una advertencia directa a Estados Unidos y la OTAN frente a una posible intervención más activa en el conflicto en Ucrania. La doctrina incluye escenarios adicionales para el uso de armas nucleares, como una "ofensiva masiva" con aviones, misiles hipersónicos, drones y otros dispositivos no tripulados que violen el espacio aéreo ruso.

Por primera vez, el texto menciona de manera específica los drones, un recurso bélico que ha ganado protagonismo en los últimos años. Sin embargo, también recalca que Rusia percibe las armas nucleares como herramientas de disuasión defensiva, reservadas para situaciones extremas y de último recurso.

Estos cambios habían sido anunciados previamente por Putin en septiembre, pero su promulgación coincide con los 1.000 días de la guerra en Ucrania. Además, el anuncio se produce tras informes de que Estados Unidos habría autorizado a Ucrania el uso de misiles de largo alcance contra objetivos en territorio ruso. Se trata de los misiles ATACMS, una herramienta militar que podría alterar el equilibrio estratégico. Estos misiles tienen un alcance de aproximadamente 300 kilómetros, algo que Kiev ha solicitado durante meses.

 

El retorno de Trump

El retorno de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos genera inquietud en torno a la guerra en Ucrania, ya que el republicano asegura poder resolver el conflicto en 24 horas. Sin embargo, Kiev teme que su propuesta implique ceder a Rusia los territorios ocupados. Esta preocupación se suma al reciente anuncio sobre la autorización de misiles ATACMS por parte de Estados Unidos, que permitirían a Ucrania realizar ataques en suelo ruso, particularmente en la región de Kursk, donde se reporta la participación de soldados norcoreanos junto a las tropas rusas.

 

Zelenski ya ha mantenido contacto con Trump tras su victoria, en una llamada que incluyó al empresario Elon Musk, mientras el líder ruso, Vladímir Putin, ha elogiado al expresidente estadounidense. A pesar de rumores sobre conversaciones telefónicas entre Trump y Putin, el Kremlin lo ha negado. La relación de Trump con Zelenski ha sido compleja desde su primer mandato, especialmente tras el juicio político que enfrentó en 2019 por presionar al líder ucraniano en un caso relacionado con los Biden.

En el contexto de la guerra, Rusia ya desplegó armas nucleares tácticas en Bielorrusia, una decisión que Putin justificó como una respuesta a las acciones de Occidente. Según el líder ruso, esta medida refuerza su advertencia de que cualquier apoyo de la OTAN a Ucrania podría interpretarse como una implicación directa en el conflicto, equivalente a "estar en guerra con Rusia".

 

La nueva doctrina refuerza la postura estratégica de Moscú en un momento crítico del conflicto y envía un mensaje a las potencias occidentales sobre las posibles consecuencias de intensificar su respaldo militar a Ucrania. La doctrina subraya, no obstante, que el empleo de armamento nuclear sigue siendo, según Rusia, una medida defensiva y extrema.


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