El proceso, que hasta hace poco parecía condenado al fracaso, cobró relevancia desde que el pasado 17 de mayo salió a la luz una grabación en la que Temer parece dar aval al pago de un soborno, y que disparó los pedidos de renuncia e ’impeachment’ en su contra.  

Ese audio, incluido en las declaraciones premiadas de ejecutivos del imperio cárnico JBS, desató una tormenta política en el gigante latinoamericano a sólo un año de la destitución de Dilma Rousseff, de quien Temer era vicepresidente. 

Justamente, la elección de 2014 en la que fue reelecta la fórmula Rousseff (PT, izquierda)-Temer (PMDB, centroderecha) está en el centro de las discusiones del TSE, que acumula ahora todas las miradas en Brasil, incluidas las de la tambaleante base aliada gubernamental.  

Los siete jueces de la corte juzgarán a partir de las 19H00 (22H00 GMT) si en esa campaña hubo abusos de poder y financiación ilegal procedente del megafraude a Petrobras, atendiendo una denuncia de 2014 del socialdemócrata PSDB que, paradójicamente, se convirtió luego en socio clave de Temer.   

Organizaciones de izquierda ya han anunciado manifestaciones en las inmediaciones del tribunal para pedir la salida del presidente, cuya popularidad estaba por debajo del 10% antes de que estallara la crisis y que el Supremo Tribunal Federal (STF) le abriera una investigación. 

Aunque el juicio en el TSE está previsto para terminar el jueves, expertos consultados por la AFP coinciden en que hay muchas probabilidades de que se alargue por semanas si uno de los magistrados pide “vista” para suspender el debate y revisar el caso. 

El entorno presidencial está convencido que Temer será absuelto pero, en caso de condena, existen también varios mecanismos prolongados de apelación.